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    Miguel Ángel CAMPANO

Madrid, 1948
Premio Nacional de Artes Plásticas, 1996

 

El Universo Coloristas de Miguel Angel Campano, por Victoria Erausquin

Nacido en Madrid en 1948, la primera exposición importante de Miguel Angel Campano fue en 1972 en la Sala Amadís, galería dirigida por Juan Antonio Aguirre, que se iba a convertir en una referencia en la historia del arte español después del informalismo. Desde ese momento se lo disputan las mejores galerías y las mejores colecciones públicas y privadas.

En sus orígenes, la obra de Campano está muy influenciada por el Grupo de Cuenca, y toma el relevo de una generación que se plantea seriamente la muerte de la pintura, cuando no la muerte del arte en general. Desde el 72 al 78, Miguel Angel Campano crea una serie de obras inolvidables de origen constructivista. Tiene una asombrosa facilidad para componer y un extraordinario sentido del color, dos características que acompañan a su obra a lo largo de su carrera.

La tercera característica, los cambios radicales en su obra, que la hacen muy dificil de identificar, se iba a poner en evidencia a partir de 1976, tras su marcha a París. Allí descubre a Cezanne y a Poussin, al tiempo que se siente subyugado por Cy Twombly. De esta mezcla expresionista y colorista saldrían algunas de las obras más bellas de la abstracción española de finales de los 70 y comienzos de los 80. Campano consigue obras en las que parece mezclarse la poesía, la música y la plástica.

En una generación que contestaba a quienes creían que el arte debía ser algo trágico, que pintar la pintura sin mensajes trascendentes era casi un delito. Entonces la revolución era la explosión del color, la creación de imágenes sin más trascedencia que su propia belleza y eso le iba como anillo al dedo al excelente pintor que siempre ha sido Campano. Con una etapa figurativa hacia los años 90, últimamente, dando uno de sus típicos bandazos, su obra se ha vuelto otra vez abstracta, pero esta vez con una limitación de color extrema y cierta obsesión por repetir ciertas formas que tienen su origen en el conceptual.

 

Entrevista

Pintura por encima de todo, por Victoria Erausquin

Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948) estudió Bellas Artes y formó parte de la llamada 'Figuración de los setenta'. Desde entonces no ha dejado de estar considerado como uno de los pintores más interesantes del panorama artístico español. Es parco en palabras y considera que lo que tiene que hacer un artista es trabajar y no hablar sobre su obra.

En los años ochenta Campano evolucionó hacia el expresionismo abstracto y en los 90, después de un largo viaje a la India, hacia una pintura casi minimal. Su obra se encuentra en los principales museos de arte moderno y en colecciones privadas. Ahora inicia un nuevo ciclo en el que predomina el reencuentro con el color. Los encuentros de Campano con José Guerrero, en Madrid en 1974 y en Nueva York en 1985, supusieron la ampliación de sus reflexiones estéticas y un giro en su práctica artística. Sobre esta relación se ha celebrado hasta hace unos días una magnífica exposición en la Fundación Guerrero de Granada.

Los críticos destacan la imparable evolución de su obra, y su adaptación a los tiempos que corren, que la convierten en muy difícil de identificar.

¿Podría definir su pintura?

Yo creo que mi obra es indefinible, huyo de las clasificaciones y no me gusta nada poner etiquetas al paquete. No tengo ningún pudor en ser muy ecléctico, en hacer ahora un tipo de obra y pasar a otra completamente diferente dentro de un tiempo.

Se ha inspirado constantemente en la obra de otros artistas.¿Cuáles le han
marcado?

Yo he hecho versiones y relecturas de obras antiguas que están en los museos, como Poussin y Delacroix, pero con un lenguaje mucho más reciente. La relectura de la historia es algo que han utilizado muchos pintores antes.

También la poesía es para usted una fuente de inspiración.

Me inspiro en lo que puedo, pero la inspiración sirve de poco si no se pone uno a trabajar. Una vez dicho esto, sí es verdad que la poesía está en mi obra, con autores como Rimbaud, Lautremont, Baudelaire y en general todo el romanticismo francés. Ahora he leído mucho a García Lorca, que me ha inspirado una gran parte de los cuadros que se han expuesto en la Fundación Guerrero de Granada hasta hace unos días.

¿En qué está investigando ahora? ¿Le interesan las nuevas técnicas y
soportes, como instalaciones o fotografía?

No sé muy bien cómo llamar a lo que estoy haciendo ahora. Estoy trabajando más el color que en otras épocas y me encuentro muy abierto a todo tipo de entradas. También estoy haciendo mucho grabado y recientemente he hecho una exposición de grabado en Estiarte, en Madrid. En cuanto a las
instalaciones, no me ha dado por ahí. Fotografía es algo que he hecho de siempre, pero que no muestro.
Entonces no es de los que creen en la anunciada muerte de la pintura. La pintura es algo de siempre, con una larga tradición. La pintura posee una memoria, una historia que se hereda y a mí me sigue gustando aunque,claro está, hay otras opciones.

¿Se puede vivir de la pintura?

Yo no me encargo de las ventas. Ése es trabajo del galerista. A mí sólo me interesa si hago o no un buen trabajo.

UNA NUEVA ETAPA

Este aguafuerte supone un importante cambio formal, una ruptura con el frío conceptual con que trabajaba últimamente para volver a sus orígenes abstractos. También ha abandonado la austeridad del blanco y negro por un color más cálido.

 



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